Investigando sobre restauraciones arquitectonicas he
descubierto esta maravilla, el Pont Trencat (el puente roto) situado en Sant
Celoni, Barcelona.
No me gusta la palabra restauración, porque restaurar es
volver a poner una cosa en su estado original y eso en arquitectura es, en mi
opinión, muy difícil. ¿Por qué? Porque no solo cambia el objeto arquitectónico,
cambia el entorno, el contexto, los materiales, las técnicas constructivas...
Por eso me gusta más utilizar la palaba recuperación. Recuperar el principio
proyectual del objeto arquitectónico. Recuperar el uso, la forma o la función.
La arquitectura no es una escultura, que baste con observarla; para mantenerla con vida tiene que tener un
uso y una función concreta.
La recuperación del puente (que no restauración porque no se
ha vuelto a su estado original, se ha restaurado la función, pero no las técnicas
constructivas, ni los materiales...) en mi humilde opinión se hace de forma
perfecta.
Se acierta en la materialidad del proyecto, en la
simplifiación de la forma, imita pero no copia. Se recupera la función puente.
La relación entre lo viejo y lo nuevo hace que se ponga en valor las ruinas
preexistentes, sin quitarles, en ningún momento el protagonismo.
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