Hace justo una semana, un profesor de la universidad me habló de este edificio y mañana voy a ir a visitarlo. Y escribo antes de ir a verlo porque me gusta mucho hacerlo así y ya después contrastar lo visto a través de las publicaciones e Internet, con lo vivido.
Se plantea un edificio de gestión y organización de toda una zona deportiva donde el programa principal son una serie de vestuarios para los deportistas. El edificio se separa del suelo por temas de diferencias de cotas del terreno, tomando la forma de "puente", y lo verdaderamente interesante es la estrategia seguida por los arquitectos para resolver el principal problema de un edificio puente, la evacuación de aguas, inclinando el edificio.
No se puede negar que el camino tomado es realmente sencillo y resolutivo. Se resuelve la implantación, problemas estructurales y constructivos de un plumazo. Me maravilla que con algo tan sencillo se pueda resolver todo un proyecto. No quiero decir que ahora todos los edificios tengan que ser "torcidos" pero en este caso creo que se opta por una gran solución.
Mañana pasaré a verlo y comentaré si realmente todas estas ideas, sobre el terreno, las mantengo.
"El complejo polideportivo Salvador Espriu se sitúa en un área amplia entre unos barrios residenciales de Badalona y la autopista C31 Barcelona-Mataró, a una cota inferior. Esta situación determina la necesidad de un control del conjunto también desde la visión de un vehículo en movimiento, resolviendo una fachada urbana de gran dimensión.
El propio edificio de equipamientos se dispone en el centro del complejo, perpendicularmente a la autopista y con acceso a pie de calle a una cota superior a la de las pistas deportivas. Aquí se sitúan el control (organización y gestión) y todas las dependencias del centro.
La estrategia de implantación consiste en realizar un edificio ligeramente inclinado, facilitando la evacuación y recuperación de las aguas procedentes de duchas y lluvia, y al mismo tiempo ofreciendo una fachada realzada visible desde la autopista.
Se trata de un edificio muy ligero con una estructura metálica y unos cerramientos formados a partir de elementos industrializados, de fácil mantenimiento y reposición gracias a un sistema de montaje casi exclusivamente en seco.
La planta baja es muy permeable a la cota de las pistas deportivas, gracias a la altura ganada por la pendiente. En la testera se dispone un espacio abierto al exterior de gran calidad ambiental, donde se sitúan el bar y su terraza.
A la planta piso, la fachadas se generan a partir de las galerías perimetrales de acceso a los vestuarios mediante montantes metálicos revestidos de policarbonato. Unas aberturas apaisadas, a lo largo de toda la longitud, permiten tener en todo momento una visión sobre las dos zonas de pistas. Las fachadas se convierten así en un elemento clave del edificio, con un grado de transparencia y una tonalidad cambiantes según el tiempo y la hora. Por la noche, el edificio se convierte en una gran lámpara ofreciendo una imagen global única y reconocible en esta parte de ciudad.
Con este edificio se completa un complejo iniciado el 1990 con el aparcamiento municipal de Can Cabanyes (Soldevila arqtes). Por su presencia en la autopista y singular geometría, el conjunto se convierte en un referente urbano.
Fuente: Plataforma arquitectura
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